Miedo a la Fruta
¿Qué pasaría si comparáramos el agua potable con el agua del inodoro? ¿O con la de un charco?, ¿O con la de la piscina, de un acuario, o del mar…?
Todo es agua, H₂O, pero ¿Son lo mismo? Ni de broma.
Esto es lo que sucede con el azúcar. No podemos unificar todos los tipos de azúcar y afirmar que son malos simplemente porque “es azúcar”.
Sin embargo, en los últimos años muchas investigaciones han demostrado cómo el azúcar procesado que se añade a los alimentos favorece la aparición de enfermedades como la diabetes o el cáncer entre otras muchas. Esto ha desatado un rechazo a todo el azúcar, incluido el de la fruta.
La fruta no es el problema
Muchas personas con sobrepeso, cáncer, hígado graso, hipertensión, problemas cardiovasculares, autoinmunidades, problemas dentales y muchos otros problemas de salud, acuden al médico o al terapeuta y les sugieren que deben eliminar o reducir la fruta por su alto contenido en azúcar. Esto ocurre porque erróneamente se confunde el azúcar de la fruta con el sirope, el azúcar refinado, la fructosa, sacarosa, lactosa y otros edulcorantes.
Sin embargo, ¿quién come tanta fruta como para qué la causa o el empeoramiento de su enfermedad pueda ser debido a esta? Seamos sinceros, pocas personas llegan a las recomendaciones dietéticas de 3 piezas de fruta al día. De todas formas, el azúcar refinado, los siropes de maíz o de glucosa y los demás edulcorantes sintéticos no se pueden comparar con el azúcar de la fruta que va acompañado de agua viva, de pulpa rica en fibra, de antioxidantes, de polifenoles, pectina, vitaminas, minerales, aminoácidos, bioflavonoides y un largo etcétera de sustancias fitoquímicas beneficiosas para la salud, pues detienen y previenen las enfermedades, además de favorecer una vida prolongada y de calidad.
En cambio, el azúcar que nos daña está presente en gran variedad de productos industriales que consumimos a diario sin darnos cuenta: refrescos, salsas, bollería, dulces, comida preparada, algunos congelados, aditivos de las carnes o embutidos, pasta refinada, pan blanco, yogures y lácteos, etc.
Fruta y fertilidad
Es importantísimo saber distinguir entre el azúcar de la fruta y el resto de los azúcares. Y es que, sin fruta, la fertilidad está amenazada. El aparato reproductor femenino es como un árbol en flor que necesita los nutrientes adecuados para dar fruto. Y estos nutrientes se obtienen, efectivamente, de la fruta.
La fertilidad, y la salud en general, depende específicamente de la fructosa y glucosa presentes de forma natural en la fruta, junto a las sustancias fitoquímicas ligadas a éstas, antes mencionadas. Estos elementos ayudan a reparar patologías inflamatorias, desequilibrios hormonales e inmunitarios, etc.
Las raíces ancestrales de la fruta
En todo el planeta y desde hace miles de años, los seres humanos han estado cultivando fruta. En Asia, los melocotones y los cítricos tienen un significado histórico. En Rusia, las manzanas y las peras eran fundamentales. En Inglaterra lo eran las bayas y las uvas. En Oriente Próximo, los higos, los dátiles y los mangos ocupaban (y siguen ocupando) un lugar preferencial. En Sudamérica, los plátanos y los aguacates han desempeñado desde siempre un papel fundamental en la salud y en la cultura.
Con el inicio de la agricultura y la civilización, y con el establecimiento de las rutas comerciales, aquellos que tenían la suerte de poder recibir fruta (emperadores, reyes y reinas, duques, condes, marqueses, barones, caballeros o faraones) eran los que vivían más años. Como ellos podían conseguir fruta todo el año, para ellos la enfermedad no acechaba como lo hacía en las clases más bajas, que la subsistían con cereales, gachas, tasajos de carne y alguna verdura. Ellos pasaban gran parte del año sin poder probar la fruta y por eso sufrían muchísimas carencias nutricionales que los llevaba a la enfermedad y a la mayor susceptibilidad ante las infecciones.
Convierte la fruta en un hábito
Los seres humanos no podemos funcionar sin glucosa. La glucosa alimenta el cerebro, el músculo, el sistema nervioso y las células de todo el cuerpo. Por lo tanto, necesitamos el azúcar, pero el de mejor calidad, que es el de la fruta. Si intentas eliminar todo el azúcar de la dieta, antes o después tu cuerpo te obligará a “hacer trampas” para comer algo que te aporte ese azúcar que necesitas. Entonces, lo más probable es que caigas en la tentación de tomar algo que no te dé un plus de nutrición, por ejemplo, unas galletas, un poco de pan o un poco de chocolate. En cambio, si tomas la cantidad suficiente de fruta todos los días evitarás las ganas de tomar dulce y mejorará enormemente tu salud. Si la fruta te sienta mal porque tienes algún tipo de intolerancia o desequilibrio en la microbiota, debes tomarla sola o con verdura cruda y esperar al menos una hora antes de comer otro tipo de alimento. De esta manera, la digerirás más rápido y no ocurrirán tantas fermentaciones que te produzcan gases.
La fruta combate las enfermedades
La fruta no alimenta al cáncer. Es anticancerígena. La fruta tampoco empeora la diabetes, al contrario, junto con sus componentes, ayuda a restaurar nuestro organismo pues ofrece a las células las herramientas necesarias para su correcto funcionamiento.
¿Por qué dejamos de comer fruta por su azúcar, pero no dejamos de comer postres, lácteos, pan blanco, grasas saturadas, embutidos, refrescos, fritos, salsas, comida precocinada…? Cuanto más tomemos de todo esto, más deberemos contrarrestarlo con una cantidad extra de manzanas, bayas, mangos, kiwis, papaya, uvas, melón, naranjas, productos vegetales, etc. para protegernos.
La incorporación de abundante fruta en nuestra dieta constituye un paso positivo y proactivo para contrarrestar los efectos cancerígenos y dañinos del resto de nuestra alimentación.
El cáncer no puede alimentarse del azúcar de la fruta, porque éstas contienen una serie de sustancias, como los polifenoles (resveratrol y otros antioxidantes), que combaten las células cancerosas. Las investigaciones realizadas sobre el vínculo entre el azúcar y el cáncer se han hecho con sacarosa o sirope de maíz rico en fructosa, pero no con piezas de fruta.
La fruta no sólo ayuda a combatir el cáncer, también mata a todo tipo de bacterias y virus. Algunas frutas como los plátanos, los arándanos silvestres, las manzanas o la papaya contienen sustancias muy potentes que destruyen a los microorganismos patógenos.
La fruta también es fundamental para la salud gastrointestinal, que a su vez es imprescindible para tener un sistema inmunitario fuerte.
Otro mito de la fruta es que contiene azúcares que alimentan a la cándida. Al contrario, la fruta, como hemos dicho, mata a los microorganismos patógenos. Si la cándida está sobrecrecida, es por otras razones, por ejemplo, un exceso de metales pesados.
Por otro lado, patologías cardiovasculares como la diabetes, hipertensión, hígado graso, colesterol elevado, sobrepeso… implican una sobrecarga hepática provocada o empeorada por el exceso de alimentos ricos en grasas saturadas y que también son ricos en azúcares nocivos. Los más evidentes son la bollería o los helados, pero también la leche entera, una hamburguesa con pan, patatas fritas, jamón dulce o serrano, embutidos, queso, kétchup, mayonesa… La fruta, en cambio, provee al hígado de la glucosa que necesita para funcionar correctamente. Por tanto, la mejor manera de combatir este tipo de patologías sería alimentarse exclusivamente de fruta y verdura.
La fruta es un elemento fundamental para superar las enfermedades. No existe ningún otro alimento que resulte tan eficaz para prevenir las enfermedades, matar patógenos y reparar el organismo.
Si estuvieras atrapado en una isla desierta y los únicos alimentos que pudieras conseguir fueran pollo, huevos o carne, cuando te rescataran dos años después tu salud sería un desastre por culpa de la acidosis de tu organismo. Sin embargo, si sólo tuvieras para comer aguacates, papaya o plátanos, al cabo de dos años estarías estupendamente. No significa esto que debamos de dejar de comer carne o huevos, sino que la fruta es la base de la salud.
Ya hay un famoso dicho inglés: “An apple a day takes the doctor away”. Una manzana al día te aleja del médico.
La fruta fuente de la juventud
Hoy en día, el término “longevidad” goza de gran popularidad. Todo el mundo quiere conocer el secreto para vivir más.
La fruta no solo previene todo tipo de enfermedades como el alzhéimer, la demencia, la pérdida de memoria u otras enfermedades neurológicas, sino que también previene la oxidación, que es el proceso que nos envejece. Todos nos oxidamos un poco cada día, a menos que hagamos algo para evitarlo como tomar alimentos ricos en antioxidantes, como son las frutas.
La fruta más potente para evitar la oxidación son los arándanos silvestres, siendo el alimento más poderoso para el cerebro que existe. No se deben confundir con los cultivados, aunque también son muy nutritivos.
Por tanto, si quieres sentirte más joven, tener un aspecto más juvenil y vivir más tiempo, incorpora arándanos silvestres, además de otras frutas, a tu dieta.
Si lo que buscas es el bienestar y la longevidad, cada comida que hagas, es importante, y la fruta es la verdadera fuente de la juventud.
Diana Donat
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